Pero como los problemas pueden convertirse en oportunidades -en este caso estéticas- , también podemos sacarle provecho a nuestras carencias capilares, reemplazándolas por extensiones.
Las extensiones son mechones de cabello postizo que permiten aumentar la longitud y el volumen del pelo, además de evitar cortarlo todo a causa de algunas zonas estropeadas.
Podemos encontrar dos tipos principales de extensiones: las naturales y las sintéticas o artificiales.
Las primeras -con una constitución similar a la de nuestro pelo- se adaptan fácilmente y permiten realizar cualquier tipo de aplicación, desde el rizado con planchas y tenacillas hasta el teñido de los mechones.
Por el contrario, las extensiones sintéticas están elaboradas con hebras plásticas, lo que hace más difícil el modelado. Y por ser más sensibles al calor son, a su vez, más factibles de encogerse y quemarse.
Dentro de esta clasificación también se encuentran las extensiones de cabello reciclado, conformado por desechos de pelo que se transforman químicamente en mechones compactos. Pero a pesar de su origen “natural” hay que tener mayor cuidado con la aplicación para que se vea como parte de la cabellera y no como un simple accesorio.
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